viernes, septiembre 29, 2017

Tengo 5 minutos


Paz, no te enfades,

Paciencia, no te alteres,

Esfuerzo, no te rindas,


Alegría, no te opaques,

Entusiasmo, no te disperses,

Creatividad, no te duermas,


Esperanza, no te apagues,

Voluntad, no te transformes,

Amor, no te diluyas


Fluyan todos a mi alrededor
que cuando estáis presentes
mi vida es infinitamente mejor


jueves, diciembre 29, 2016

#Cuentosdenavidad

La Familia
Era un viernes 17 de diciembre, hacía frío como de costumbre en esta época; de costumbre adquirida hacía 6 años, cuando me mudé a vivir a Madrid. Hasta entonces las navidades las pasábamos en Mendoza, con 36ºC de calor, mesas al aire libre, en el porche de la casa de verano de mi abuela, entre pinos centenarios y muchos primos, tíos, hermanos y por supuesto mi abuela, la Coca. Podíamos juntarnos treinta personas. El árbol de Navidad escondía bajo sus ramas decenas de regalos para todos. Mi tío se encargaba de llevar los fuegos artificiales para las doce de la noche, mis tías y mi madre se encargaban de la comida junto con mi abuela, los primos decorábamos las columnas, las puertas, los cuadros, las ventanas y lo que se cruzara en nuestro camino con guirnaldas de plata, oro, verdes o rojas. Un año la pobre perra gran danés ligó una coronita como las nuestras. Eran tiempos de felicidad total.
Ese viernes 17, en Madrid, ya con 32 años a mis espaldas, y la resignación de unas navidades lo más alegres posibles entre amigos expatriados, recibí una llamada de mi tía, o de mi madre, no recuerdo bien. “La Coca está ya muy mal, no creo que salga de ésta”, escuché al otro lado del teléfono. Mi abuela, la gran abuela, la figura de la abuela por antonomasia, la bondad hecha persona, la caridad y la generosidad en su máxima expresión,  la Coca, mi Coca…. “No puedo vivir sin ella, no puede ser, si estaba bien en agosto cuando fui a visitarla”, mis pensamientos negaban la realidad una y otra vez. Después de una hora no lo dudé ni un segundo más, cogí mi pasaporte, compré un billete, avisé a mi jefe y a mi compañera de trabajo, y a las pocas horas puse rumbo a Mendoza.
El calor del aeropuerto “El Plumerillo” me abrazó el cuerpo al día siguiente. Mis primos me fueron a buscar para ir a comer al apartamento de mi abuela. Estaba tan flaca... Cuando se enteró que iba a pasar las fiestas allí de sorpresa se emocionó muchísimo, se vistió y dejó su bastón escondido debajo de la mesa para que yo no lo viera. Ahora pienso en su inocencia, ¿sabría que iba a despedirme y no a pasar las fiestas de sorpresa? Ese mismo año había ido a Mendoza en agosto a visitarla porque el cáncer había aparecido en su cuerpo. No la noté mal, pensé que tenía abuela para rato. Ella nunca supo que tenía cáncer, al menos eso creemos, quizá nos seguía la corriente para no hacernos sufrir. En seis meses el cáncer hizo metástasis en hígado, colon, estómago… ya no quedaba prácticamente nada que esa maldita plaga no hubiera invadido… Pero allí estaba ella, con su camisa azul, sus pantalones holgados, sus pocos pelos recogidos en unos fabulosos rulos, y esa sonrisa siempre abierta y sincera para darme ese abrazo que jamás olvidaré. “¡Mariquita mía, qué alegría verte, cuánto te quiero, estás loca que viniste a vernos!”…  frágil, pero llena de dignidad y alegría. ¿Cómo puede caber tanta bondad en una persona? Nunca perdió los papeles, nunca la oí gritar ni enfadarse, ni criticar, ni quejarse. A la sombra de su amor crecimos sus seis hijos (un hombre y cinco mujeres), sus veintidós nietos, del más grande mi hermano mayor al más pequeño, mi ahijado, y sus primeras dos bisnietas. Y en el ocaso de su vida allí estábamos todos a su alrededor, hasta mi abuelo, el Nono, a quien La Coca besaba todas las noches antes de irse a dormir, aun cuando la morfina ya nublaba su mente y la llevaba a imaginar personas y escenarios muy apartados de su habitación en donde velábamos por ella día y noche.

Pasamos la Navidad y el Año nuevo de 2010 con mucha pena y alegría… Aunque no hubo ánimo para fuegos artificiales, lanzamos al cielo globos de helio con nuestros deseos escritos en papel. Estuvimos todos juntos, honrando la vida de nuestra abuela, honrando el mejor regalo que ella nos pudo hacer: el amor de la familia. 



miércoles, junio 15, 2016

Que alguien me lo explique

Tengo un fantasma que me paraliza

Es amigo, pero me inhibe

Es luz pero me oscurece

¿será del todo aquello que creo?


Si no siento que vivo entonces ¿para que respiro?

Si no me apetece salir a la calle ¿por qué insisto?

No me llamen, no quiero vivir.

No me busquen, no voy a salir.

Ni guapa ni bagre ni bonita ni fea

Ni flaca, ni gorda, ni palo ni donut

Me entusiasmo y creo que le mundo es mío

No hay quien pueda con mi ánimo y mi ego.

Hay quien cree que puede hundirme

Y a veces lo consiguen

Yo sigo, como un galgo a toda carrera

Solamente a veces encuentro que el mundo se cae

No sé si es que de tan arriba abandono la medicina

O si la química de mi cerebro no puede soportar la euforia permanente

Hay días oscuros en los que no puedo hablar con nadie

No hay motivos para vivir, no encuentro nada positivo

todo me parece en vano, sin sentido,

Y creo que es cierto, la vida no tiene sentido alguno

Y si lo tiene que alguien me lo explique




lunes, junio 22, 2015

La página en blanco



¿Qué debía haber hecho  ayer cuando a las 2:30 de la mañana me desvelé y me encontré con ganas de escribir? ¿Salir de la cama y encender el ordenador? Probablemente sí... pero intento respetar la convivencia.

Hoy ya no sé si me apetece escribir nada. ¿Qué querría expresar ayer a la noche?
¿Indignación? ¿Temores? ¿Incertidumbres? ¿Alegrías? ¿Sueños? No lo sé... el momento pasó.

Nunca alcanza lo que uno hace.
Uno siente que hace las cosas de la mejor manera posible, pensando en el otro, haciendo esfuerzos o pequeños sacrificios con todo el gusto del mundo... y cuando las personas que te rodean no lo perciben así, duele bastante. ¿Cómo será la mejora manera de acercar las distintas percepciones? Convencida estoy de que se soluciona con la comunicación, el plantear las cosas con tranquilidad, el sincerarse, con paciencia y con calma, con buenas palabras. Pero a mí no me sale.

Estoy haciendo un curso de retórica porque me he olvidado de hablar bien, de expresarme, describir tanto las opiniones como los sentimientos. Es probable que la falta de escritura también influya en esta pérdida del fundamental recurso de la retórica... qué importante es saber expresarse.

Ayer estuve en el Santuario de Schoenstatt, en Pozuelo. Siempre es un refugio para mí.



martes, febrero 17, 2015

Amiga que da luz

Lo primero que me viene a la cabeza cuando recuerdo a mi amiga es una charla que tuvimos hace años. Podíamos tener 16 años. Muy seriamente vino a mi casa a decirme que tenía que hablar con otras dos amigas porque no había estado nada bien la manera de comportarme en una situación, que no importaba quién tenía razón o quién no la tuviera, que todos somos diferentes pero que no podía encerrarme en mi casa y alejarme porque no coincidiera con la postura de mis otras dos amigas. 

Cabe aclarar que nuestro grupo de amigas es una piña de las más unidas. Llevamos juntas muchísimos años, y probablemente el lío de esa situación había sido vernos con unos chicos que no conocíamos de nada, a lo que yo me negaba de manera categórica, probablemente por inseguridades... 

El caso es que fue la primera vez que recuerdo que una amiga me dio un consejo tan positivo, tan claro. Esa mezcla entre regañina y cariño... una firmeza con amor... No sé... siempre lo recordaré. 

El caso es que esta amiga siempre está a mi lado, y eso que vivimos a miles de kilómetros de distancia... nunca me he sentido lejos de ella. Y quiero agradecérselo, porque me hace muy feliz su amistad. 

Hoy estuvimos hablando, como siempre con toda la confianza del mundo. Siempre me da buenos consejos. Es la persona con la que me permito ser débil, sincera, transparente, insegura... Gracias por tu llamado. 



domingo, febrero 15, 2015

Sin título.

Quisiera volver a transmitir esa fuerza y esa valentía que tenía cuando escribía este blog. Han pasado 3 años y medio desde mi última entrada. Bastantes meses más desde que dejé de escribir de manera habitual. Puede que porque estaba ocupada viviendo, puede que porque apartara mis reflexiones y mi transparencia, porque prefiriera resguardarme, cuidarme, impedir que las palabras que escribía aquí se volvieran contra mí, que tuviera que explicar de viva voz lo que pienso y siento cuando escribo.
Soy una persona que se maneja mucho mejor escribiendo que hablando. Eso no es novedad.
Puedo parecer una persona completamente diferente.

De hecho creo que no sé hablar. Cada vez hablo peor... y muchas veces pienso que debería ir a teatro, o al psicólogo para que me den herramientas dialécticas, soltura, confianza, claridad. Sí... teatro o psicología.. probablemente haya otra solución.. jaja.. pero de todas maneras ni me decido por una cosa ni por la otra.... así es que si alguien tiene algún consejo que lo de.

El caso es que aquí estoy, una tarde de domingo cualquiera, en casa, pensando en lo bien que me venía escribir. Tener mis momentos, mi espacio, mi confesionario. Lo echo de menos. Quizá lo retome.

Por el momento sentí nostalgia y visité mi casita blog... me gustó... quizá la limpie y la vuelva a habitar...


lunes, noviembre 28, 2011

cuando esperar se vuelve eterno

Bloqueo mental.

Estoy vacía de ideas
pero llena de esperanzas
las agujas continúan su paso

mis neuronas su descanso
Sigo siendo la persona que fui
y más que nada el alma que soy.
Soy, quiero ser, fui y seré

un sueño,
un dialogo interno,
un silencio solitario,
la mente se relaja
y espera vivir del amor

la verdad que yace en mí
sube y baja
vive y muere
galopa y descansa
se manifiesta y se esconde
pero late,
puedo sentirla por las noches

El tiempo parece etéreo
de hecho, sé que lo es
No me preocupan los años
solo la capacidad re-genera-y-crea-tiva
que hoy siento perdida.



Foto: MIB 22/4/2011

sábado, abril 16, 2011

Mi coquita!


No podría explicar mi vida sin LA COCA. Desde que tengo uso de razón y corazón mi abuela ha sido esencial en mi existencia. Dicen que hay todo tipo de abuelas pero yo solo puedo hablar maravillas de MI abuela y no solo mía, porque me consta que fue perfecta para TODOS sus 22 nietos con edades de los 37 a los 10 años. Siempre fue 100% generosidad, sinceridad, bondad y simpleza. 
No sé cuándo empezó ese fanatismo hacia mi abuela... Quizá fue amor a primera vista  Ella fue la única abuela que conocí, y yo fui su primer nieta mujer... Siempre creí que por eso éramos especiales una para la otra.
Nunca vivimos en la misma ciudad, ella en Mendoza, y nuestra familia a 1500 km en Mar del plata. Pero eso no fue un impedimento para tener un vínculo resistente a todo, tan fuerte que aún me acuerdo que un día cualquiera, a los 7 u 8 años podía echar a llorar por la noche desconsoladamente... por lo que entonces no podía reconocer como nostalgia o saudade... Yo solo sentía que extrañaba a mi abuela, que tenía ganas de ella, de sentir sus grandes manos acariciar mi pequeña cabeza, escuchar de su boca un "mariquita mía" o un "cucuruchito" o que jugara en mi espalda al "alabin alaban, de la vera vera van, del palacio a la cocina, ¿Cuántos dedos tengo encima?". 
Recuerdo pasar veranos casi enteros a su lado, entre primos y tíos... Ella a la sombra de los pinos, después de su siesta nos acercaba a la pileta un carrito con jugo de naranja bien fresquito, tortitas mendocinas, medialunas o chocolinas, o simplemente pan tostado. Ahí venía ella, siempre contenta, con su vestido estampado en flores pero muy sobrio, con 40 grados de calor, su piel siempre tan blanca y suave (nunca la vi en traje de baño), sus cachetes rosados rebosantes, su pelo azabache muy finito pero bien armado a base de ruleros, sus ojos tan profundos y su eterna sonrisa de labios finos.

Ella sabía todo de mí, ahora me doy cuenta que me preguntaba de Rochi, Lucila, o Sofía o alguna otra de mis amigas desde que era bien chiquitita... pienso que ella supo antes que yo lo importantes que eran mis amigas en mi vida.
Ahora de grande ya nuestra relación era distinta, mejor aún si cabe... Porque cuando creces, aprendes a cuidar y valorar esos afectos tan especiales como una abuela, un tío o los padres y hermanos, porque te das cuenta que no todos tienen la fortuna de tener cerca almas tan bondadosas y generosas... Y lo mínimo que puedes hacer es reflejar como un espejo todo ese amor que has recibido sobre las personas que te lo han dado (y de ser posible reflejarlo hacia otros también, pero ese ya es otro tema).

Hace unos meses que la coquita se fue... Por suerte pude abrazarla mucho y acompañarla los últimos días, y todavía más tranquila me queda el alma al saber que durante toda mi vida La Coca fue alguien muy especial y siempre se lo hice saber, sé que ella notaba el amor que le tenía. A veces pienso en ella y me resulta increíble que no la volveré a tocar ni a escuchar, quizá porque no estuve allí ese día, quizá porque no vi cómo se hundía en la tierra, quizá porque no quiero pensar que no estarán  sus palabras y declaraciones de amor, sus cartas manuscritas, sus abrazos aunque fueran una vez por año... No quiero resignarme... Ya sé que los abuelos no son eternos, y que además tuve la enorme suerte de tener una abuela excelente durante 31 años de mi vida... 
Igual me quedan sus enseñanzas, su humilde forma de vivir y darlo todo por los suyos, su energía inagotable, su risa, su bondad, su forma tan dulce hasta de criticar lo que no le gustaba, su incondicionalidad con la familia y sus amigas. No he conocido un alma más dulce y buena en toda mi vida. Todo en ella era perfecto. Al menos así la recuerdo y la recordaré...

lunes, enero 24, 2011

Los personajes de los libros me acompañan mientras los leo.

A veces me pasa que mientras estoy leyendo un libro, no durante el acto de lectura sino durante el proceso y los días que me lleva empezar y terminar un libro, me acompañan los personajes del mismo. No necesariamente tiene que tratarse de una novela... me pasa con cuentos de Fontanarrosa, con biografías cortas o largas, y hasta casi podría decir que con la Biblia!

Lo más curioso es que cuando acabo el libro, y después de unos días en que aún tengo fresca en mi memoria la realidad de los personajes con los que acabo de vivir y compartir sus vidas, esos seres en su mayoría se esfuman, se disuelven y se convierten en un todo difuso, que quizá logro rescatar cuando leo una segunda parte o continuación de la historia, o cuando hacen un remake del libro en cine, o cuando leo o escucho a otro hablar de ese personaje o libro.
En cambio, los personajes de los libros que estoy leyendo vienen a mí de vez en cuando, mientras espero el autobús para ir al trabajo, antes de dormir, mientras desayuno y a veces en el trabajo. Es un mínimo segundo, en el que se me representa en la cabeza algún momento o algún dialogo de aquel personaje, como si quisiera llamar mi atención y pedirme que no lo olvide, que esa noche, o en el metro durante 4 minutos al menos ponga los ojos encima de las letras y continúe acompañándolo en esa aventura en la que aquel escritor lo ha obligado a participar. Vienen a mí en busca de auxilio... o quizá en tono amenazante... no lo sé...
Lo más grave del tema es que esta mañana esperando el bus mientras el sol entibiaba la fría sensación del aire invernal de Madrid, vinieron a mí Saúl, el amigo de Mario Vargas Llosa con manchas rojas en la cara y que defiende la cultura aborigen del Amazonas en El Hablador (a quien tengo olvidado hace unos 5 días), y también David Ogilvy, de quien estoy leyendo su biografía y a quien dejé hace unas horas cuando él empezaba a trabajar con 20 años de comercial vendiendo hornos en Escocia. Y mientras pensaba en esos personajes que me acompañan hace unas semanas cuando empecé a leer sus libros, aparecieron de repente salidos del medio del purgatorio, y en tono amenazador, estoy casi segura por cómo me miraron, Dante, Beatriz y Virgilio a quienes dejé olvidados hace años en argentina, se asomó también la segunda versión del Martín Fierro y cuando quiso el Quijote atacarme cual molino de viento, decidí escribir éstas líneas.... como para compensarlos por el abandono sufrido....

miércoles, noviembre 10, 2010

hijos y otras historias

¿Qué quiero de la vida?
¿Es tan malo NO TENER NI PUTA IDEA?

Y eso que tengo 30!! y mis padres con mi edad ya tenían dos hijos , y uno que yo sé también tenía un hijo, y a varios les va muy bien con sus parejas tan estables y sus proyectos y sus sueños de ser padres, comprar casa, coche, estrenar una vida, y ya tengo amigas que tienen uno o dos hijos y casa, coche, perro, y también tengo alguna amiga que tiene clarísimo que no quiere tener hijos, y tiene casa, coche, perro, tele HD, play, dinero, viajes y la mar en coche .... Por supuesto hay alguna como yo, que no tiene ni idea qué será de su vida, o que tiene una ilusión pero no sabe ni cuándo ni cómo ni dónde, y ni siquiera si será posible tener hijos! y no tiene coche, ni perro, ni casa, ni play, ni tele HD, sí tengo amigos, viajes, amor, familia... ya voy bien.

Al final, entre tantos pensamientos, creo que es un HIJO el que te da la claridad de tus ideas... un hijo en cuanto a su existencia o su definitiva no existencia... quizá es eso.... tan simple como que los hijos o no hijos dan sentido a la existencia.

Calculo que si tenés hijos pasan a ser tu prioridad y tus decisiones laborales, familiares, personales y TODO irá en función de darles lo mejor a ellos. Al menos yo sería así.

Lo mismo si no querés tener hijos, entonces TODO lo que hagas intentará ir destinado al enzalzamiento de tu propio goce y disfrute, y en algún caso hacia tus afectos y familia más cercana... Al menos yo creo que sería así.

Como yo no me encuentro ni en una ni en otra área, intuyo que soy de los que vamos muy felices pero de vez en cuando nos preguntamos qué estamos haciendo en esta vida... (calculo que los que tienen hijos y no hijos también se podrán hacer preguntas existenciales, pero por lo menos pueden decir: en esta vida quiero que mi hijo sea feliz... y los del grupo de no hijos podrán decir: en esta vida quiero viajar, dormir, comer y trabajar para ser feliz y tener algún amigo y visitar a la familia de vez en cuando!) 

No se trata de una declaración de desidia, abandono ni depresión. Ni siquiera se trata de una angustia mal curada, y mucho menos de una buena o mala noticia. Se trata de cuestiones que se presentan en ciertos momentos más intensamente que en otros, aquello que se conoce como la llamada de la maternidad... que algunos contestan y otros deciden no contestar, y tanto para un lado como para el otro, de los 30 a los 40 es momento de definirlo. Es imprescindible para mí hacerme preguntas, cuestionarme lo que pasa con mi tiempo y mis días, no dejar pasar las sensaciones y percepciones de manera inadvertida... está en mi naturaleza intentar entenderlas...

Creo que al final hay que tener claro que son muchos los aspectos de la vida que nos pueden facilitar momentos de felicidad. Ni los hijos, ni el trabajo, ni el amor, ni el arte, ni los viajes, ni los hobbies ni los amigos, por sí solos nos darán la clave de qué estamos haciendo en esta vida, pero sí la suma de todo ello y la tranquilidad mental de pensar que estamos yendo por el camino adecuado.

Los que tienen hijos y los que no quieren tenerlos... ¿están siempre tranquilos y contentos o es igual para todos, que cuando llegan los días de reflexión se sientan a mirarse y sacan de ese sitio recóndito en el interior de nuestro ser esos pensamientos casi absurdos que durante la vigilia se encuentran en hibernación?