Epifanía

Este es un escrito, breve, que hice para una especie de taller de escritura que estamos inventando con un par de compañeros... y como en estos días, y hace 17 años pasó lo que relato... lo comparto... simplemente por hacerle honor a quien menciono...

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María era una niña feliz, acababa de recibir la visita de sus abuelos maternos quienes vivían a 1500km de distancia. Hacía 10 años que sus padres se habían mudado a Mar del Plata, justo unos meses antes de su nacimiento. Siempre vivió lejos de sus abuelos, primos y tíos, pero gracias a las constantes añoranzas de su madre, había fecundado un gran amor por aquellas tierras mendocinas donde vivían sus parientes. Los visitaba por largas temporadas en verano y algunos días en invierno. María tenía especial adoración por su abuelo, y él por ella. Era una niña muy dulce y despierta que observaba con asombro el mundo adulto que se asomaba ante sus ojos. Ella era su primera nieta mujer y la primera en escribirle un poema. Había entre ellos un idilio indeleble.
Cuando el 30 de Octubre entraron sus abuelos por la puerta de casa, la pequeña María saltó de la emoción. Sabía que ellos no se perderían su primera comunión, pero además venían para quedarse unos cuantos días! El martes por la noche la llamaron sus dos abuelos y le entregaron un regalo muy especial, quizá el más especial que jamás haya recibido en su vida. Durante esos días María disfrutó muchísimo del cariño y la compañía de su Nono y su Coquita. Cada abrazo, cada mirada, cada sonrisa de su abuelo los guardó en su memoria como si de alguna manera se adelantara a los acontecimientos que sucederían. En el momento de la despedida, María y su abuelo se unieron en un abrazo mágico y se dijeron adiós. Al día siguiente la pequeña estaba metida ya en su cama pero no podía conciliar el sueño. A la 1 de la madrugada sonó el teléfono, era su madrina desde Mendoza. Con enorme alegría y en secreto se dispuso a escuchar a su madre hablando, como lo había hecho siempre con las llamadas de la familia. Pero en el momento en que intentó salir de la cama sintió que perdía las fuerzas y una mano acariciaba su mejilla y le cerraba suavemente los ojos… se quedó profundamente dormida. Cuando despertó a la mañana siguiente su madre no estaba, su hermano le contó que el Nono había muerto y la pequeña María no quiso creerlo. Pasó el resto del día debajo de la cama llorando hasta que su padre le confirmó la noticia. Luego pensó en la noche anterior, en la misteriosa y repentina forma de dormirse, y comprendió que su abuelo la acompañaría siempre, acariciando sus mejillas y cerrándole los ojos para hacerla dormir.

09-2006