Escuchando Vivaldi

Intento descifrar qué es lo que verdaderamente nos une.
La música suaviza mis oídos... aletarga mi mundo exterior y me prepara para imaginar lo inaudito.
Creo adivinar el momento de tu muerte...
La nada se precipita, lo invade todo: la crueldad y el desconcierto se apoderan de mí
Me voy, quiero escapar ... y sin embargo las fuerzas más agudas y punzantes me traen devuelta, me enfrentan con esta realidad y comienza la más preciosa melodía. Mi canto te rinde homenaje, pero mi llanto no resistirá.
No puedo detenerme, al menos no hasta que acabe de exponer toda mi desesperanza. Deseo morir para renacer en primavera, con tonos más suaves, inocentes y llenos de porvenir.... música que llama y favorece a la creación, que genera amistad y deseos de avanzar.
Me cuelo en un baile de progresivo aprendizaje y descubrimiento... y sin embargo aún hay algo que no me permite disfrutar.
Ahí está mi adultez diciéndome una y otra vez que debo crecer, amar y comprender, discutir y opinar con propiedad, avanzar, triunfar...
En un callejón te descubro, alma mía. Cansada de subir y bajar, tu andar es lento, suave tu voz y tus ojos llenos de melancolía.
Toco mi último movimiento en un improbable intento de rescatar tu vigor de antaño... y lentamente retomas tu pulso...

Alma valiente, no te detengas
Canta y vuela como un ave
Extiende tus alas en libertad y baila
No descanses ni mires hacia atrás
Aquí estaré yo, y seguiré expectante
cuando pasado el verano tu voz decaiga
y vuelvas para cobijarte entre mis brazos